sábado, 5 de noviembre de 2011

Sebastião Salgado

Para empezar, habría que decir que Sebastião Salgado sería el fotógrafo que La Jornada o Proceso querrían tener en su lista de nómina. Se caracteriza por apoyar a las luchas sociales, denunciar la pobreza, la miseria y por tener una brillante cabeza rapada. 

Este hombre brasileño de 67 años y nacido en Amoirés, una comunidad pequeña en Brasil, se inició en la fotografía relativamente tarde, pues fue hasta 1973, a sus 29 años, cuando tomó una cámara por primera vez. 

Luego de saber cuál era su pasión, se tomó muy en serio la vida y empezó a tirar disparos fotográficos para instituciones mundiales como la UNICEF, la OMS y Amnistía Internacional. También publicó más de 7 libros de su trabajo, donde sobresale Éxodo, y ha colaborado para distintos medios afines a su responsabilidad social. 

El máximo galardón que ha recibido fue, ni más ni menos, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (ah, ¡entonces es artista!) en 1998. 

En pocas palabras, se puede decir que Salgado, desde su papel como activista gráfico, ha conseguido elevar sus fotografías al nivel del arte y se ha destacado por encarnar con luz la tragedia (y quizá la esperanza) de vivir en este mundo.

Lo que interesa a esta entrada es su trabajo fotográfico. Con Salgado funcionan dos palabras: blanco y negro. Se podría agregar el retoque digital, pero ese me lo reservo porque decir que un fotógrafo mete sus fotos a Photoshop es como decir que alguien bajó su tarea de Wikipedia. Pero que no se haga ese Salgado, si luego-luego se le nota un trabajo de postproducción (más complejos, evidentemente, que el Photoshop).


A continuación comento algunas fotos de Salgado. No son todas, ni mucho menos, pero rescato las que creo pueden ejemplificar lo destacado de su obra.


Como dato curioso, si ustedes meten "Sebastiao Salgado" en Google, les aparecerán 418 mil resultados en 0.19 segundos. ¿Topan su importancia?



Nótese que en esta foto, el punto de vista está colocado desde el lugar a quienes reclaman estos hombres, por encima de ellos y no con ellos (por eso creo que Salgado es eso que llama Gramsci: "intelectual orgánico").


Acá lo interesante no es la mujer desnuda, ni siquiera la mujer en sí, sino el lugar donde está y el trabajo gráfico que hace esa mano extraña sobre la piel de su pierna-nalga. Pura cultura. 


No me digan que esta no tiene retoque. ¿Ya vieron que el horizonte está en diagonal? ¿Se deberá a que la tomó mal, a que ese terreno está chueco o a que ya apropió los principios de la fotografía y ahora tiene sus propias reglas? 


Y qué tal la composición y la luz de ésta. Pffff. Lo de menos ahí son los pobres modelos. 


Ese niño es lo misterios de la foto. El puño arriba, la lucha de los trabajadores y la bebé en brazos qué. El niño. Por qué mira ese niño a la cámara. 


Me pregunto, ¿cómo se le hace con la cámara para capturar esos rayos de luz filtrados en ese sitio? 


Además de fotógrafo, Salgado es un valiente. Mira que subirse a esa altura nomás por una foto, no-no-no.   


Insisto: No es el morbo de la desnudez ni su belleza. Es lo que tienen pintado en sus piernas. ¿Por qué se pintan? 


Bueno, si no se sorprendieron con las anteriores, con esta no me digan que no se les hace el corazón chiquito y quieren ir corriendo a donar dinero para los pobres en África. 


Salgado es un fotógrafo que algunos llamarían "reportero gráfico", pero no creo que sólo haga eso, sino que el hombre se va a vivir esas situaciones y se somete a las experiencias de lo que captura, es decir, sufre un proceso de desclasamiento (perder su clase social y adaptarse a otra) para poder estar con esas realidades. Ahí la fuerza de sus fotografías. La composición, la luz y el horizonte vienen después. 






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